Abriendo las Escrituras y Avivando el Fuego
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La Capellanía y la Pastoral son dos campos ministeriales fundamentales en el servicio a la comunidad, pero difieren en su enfoque, función y alcance. Ambos buscan ayudar a las personas en momentos de necesidad espiritual y emocional, pero lo hacen de maneras distintas y dentro de contextos diferentes.
La importancia de la Capellanía se reconoce incluso a nivel legislativo, como lo muestra la Ley Número 48 del Año 2023 (P. del S. 814; 2023, ley 48) de Puerto Rico, que declara el tercer sábado del mes de marzo como el “Día del Capellán”. Veamos la exposición de motivos de la Ley:
“Durante siglos, el Capellán ha sido una figura de alivio y presencia ministerial, llevando su mensaje de fe y paz a los lugares donde se encuentran los más necesitados. Por ello, la presencia de los Capellanes se ha destacado tradicionalmente en los hospitales, las cárceles, los asilos, los cuerpos de bomberos y policías, las universidades, las instalaciones militares y muy particularmente en los escenarios de guerra, de desastres naturales y funerales. Su socorro y consejo espiritual se extiende de igual manera a las comunidades y las ciudades.
El Capellán encuentra significado a su labor ministrando a otros seres humanos durante las crisis. Se caracterizan, por ser profesionales de diversos antecedentes, tales como salud, educación, ministerio pastoral, salud mental, trabajo social y muchas otras carreras, que cuentan con destrezas en el arte de intervención en crisis y ansiedad, consejería, apoyo al necesitado, y en el arte de escuchar a las personas. Por ello, en el ejercicio de su ministerio el Capellán ayuda a otros a reflejar y reflexionar en el significado de sus vidas, a considerar sus temores, su fuente de apoyo, lo que les motiva y a encontrar su sentido de propósito en la vida.
Más allá de su responsabilidad y la fidelidad a su propia fe, el Capellán respeta y apoya personas de todas las creencias religiosas, trabajando con los conceptos fundamentales comunes a todos los seres humanos tales como la confianza, la
esperanza, el amor y el perdón. Por su amplia comprensión de la naturaleza humana y su firme compromiso espiritual, el Capellán es una fuente de apoyo y guía espiritual, que no impone sus valores o creencias religiosas sobre las personas que asiste.”
La Capellanía: Un Ministerio Versátil
La Capellanía abarca una amplia gama de áreas y contextos, desde el ámbito militar y carcelario hasta el hospitalario y universitario. Los capellanes, ya sean voluntarios o remunerados, han sentido un llamado de Dios para servir a aquellos que enfrentan crisis, ya sea en hospitales, cárceles, instituciones militares o en situaciones de desastre.
A diferencia de la Pastoral, la Capellanía no busca establecer una doctrina específica, sino más bien acompañar y ofrecer apoyo espiritual a personas de todas las creencias y preferencias denominacionales. Los capellanes son profesionales con diversos antecedentes, que poseen habilidades en la intervención en crisis, la consejería y el apoyo emocional. Su labor es temporal y circunstancial, adaptándose a las necesidades de las personas y las instituciones en las que trabajan.
Siguiendo el ejemplo de Jesús, ambos, pastores y capellanes buscan llevar a cabo su servicio con amor y humildad, como se menciona en Filipenses 2:1-11, donde se destaca la humildad y el servicio de Cristo.
La Pastoral: Un Liderazgo Espiritual en la Congregación
La Pastoral, en cambio, se ejerce dentro de una congregación o denominación religiosa, y su enfoque está en el cuidado espiritual y el liderazgo de un grupo de creyentes. Los pastores tienen una autoridad delegada por Dios y la congregación para guiar y enseñar, así como para sostener la doctrina y los valores de su fe.
A diferencia de la Capellanía, la Pastoral tiene un compromiso a largo plazo con la comunidad a la que sirve. Los pastores están involucrados en la enseñanza de las Escrituras, el cuidado de la grey y la promoción del evangelio para hacer discípulos. Su labor incluye el mantenimiento de una congregación y la administración de instalaciones como templos y catedrales.
Similitudes y Reflexiones Finales
Ambos ministerios comparten un amor compasivo y empático hacia quienes sirven, siguiendo el ejemplo de Jesús. Tanto capellanes como pastores se involucran emocionalmente con aquellos a quienes acompañan, compartiendo sus alegrías y sus penas. Como dice Romanos 12:15: “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran”, los capellanes siguen el ejemplo de Jesús al mostrar compasión y empatía hacia aquellos a quienes sirven. Esto muchas veces los coloca en una posición de vulnerabilidad que requiere de autocuidados preventivos del desgaste físico y emocional (burnout) y de la fatiga por compasión o empatía.
En mi caso, mis estudios y preparación fueron realizadas para un llamado muy específico como Profesor de Teología. Mi experiencia Pastoral y las oportunidades que da Dios me trajeron a la Capellanía Universitaria. En otras palabras: cuando propósito, oportunidad y preparación se combinan se puede disfrutar de una experiencia de crecimiento espiritual, profesional y personal. Es importante que conozca su vocación, a qué lo está llamando Dios y se prepare para esto. Recuerde lo que dice la Escritura en Romanos 8:28 (Versión Palabra de Dios para Todos): “Sabemos que Dios obra en toda situación para el bien de los que lo aman, los que han sido llamados por Dios de acuerdo con su propósito.”
Mi experiencia personal refleja cómo el propósito, la oportunidad y la preparación pueden converger para llevar a uno a unos propósitos específicos en el plan de Dios. Por esto, siempre es importante discernir el llamado de Dios y prepararse adecuadamente para ello, confiando en que Dios obra todas las cosas para nuestro bien.
Si tienes dudas sobre tu vocación en Cristo o necesitas orientación, no dudes en contactarme. Estoy aquí para ayudarte en tu camino espiritual y profesional.
¡Bendiciones!
Una Reflexión Pastoral
Quiero compartir con ustedes una reflexión que surgió en mi mente esta mañana mientras conducía hacia el Recinto y experimentaba algo que me habrá ocurrido cientos de veces antes; pero que hoy tomó un sentido especial.
Por lo general, y dependiendo de cómo esté de favorable la situación en la carretera, tiendo a ceder el paso a aquellos que esperan para entrar a la carretera principal donde transito. Cuando voy a dar paso, utilizo las luces delanteras del carro para darle una señal al otro conductor de que yo voy a reducir velocidad y darle paso. Lo que acá en Puerto Rico llamamos: “cambio de luces”.
En la primera ocasión que intenté dar paso, en el mismo momento que di las señales de luz, este conductor miró en dirección opuesta y perdió la oportunidad. La segunda vez, ninguno de los conductores que esperaban paso reaccionaron, así que aceleré y continué mi rumbo para darme cuenta de que estos últimos reaccionaron tarde, quizás estaban distraídos con la radio o algún dispositivo móvil.
Esto me hizo reflexionar en cuantas veces la vida nos da señales de luz para dejarnos pasar a donde queremos llegar y estamos distraídos o mirando en otra dirección. La Biblia nos invita en Hebreos 12:1-2 a poner los ojos en “Jesús, el autor y consumador de la fe…” El autor de la epístola a los Hebreos da a Jesús dos títulos con gran significado: autor y consumador de la fe. Jesús es quien origina la fe que necesitamos para vencer en este mundo, por eso es el autor. Pero también es el que lleva esa fe a su máximo cumplimiento, por eso es el consumador de la fe.
Me pregunto: ¿Cuándo vamos por la vida dónde estamos fijando nuestra mirada? ¿Cuál es la perspectiva que domina nuestra visión de la vida o cosmovisión?
La Biblia nos invita a poner la mirada en las cosas de arriba, las celestiales. Leamos Colosenses 3:1-3, versión Palabra de Dios para Todos:
“3 Puesto que ustedes fueron resucitados con Cristo de la muerte, busquen las cosas del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. 2 Concéntrense en las cosas celestiales y no en las terrenales, 3 pues ustedes han muerto a su vieja manera de vivir, y ahora la nueva vida que disfrutan con Cristo, está guardada en Dios.”
Versión Reina Valera 1960:
“3 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.”
El Señor está dándote señales de luz para que puedas encontrar la vida abundante y eterna que Él ha prometido para los que en Él confían – pon tu mirada en Él por medio de la fe y obtendrás la victoria.
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Estaremos considerando la Cita Bíblica:
Juan 13 versículos 1 al 17 y del 31 al 35 en la Nueva Traducción Viviente
“13 Antes de la celebración de la Pascua, Jesús sabía que había llegado su momento para dejar este mundo y regresar a su Padre. Había amado a sus discípulos durante el ministerio que realizó en la tierra y ahora los amó hasta el final. 2 Era la hora de cenar, y el diablo ya había incitado a Judas, hijo de Simón Iscariote, para que traicionara[b] a Jesús. 3 Jesús sabía que el Padre le había dado autoridad sobre todas las cosas y que había venido de Dios y regresaría a Dios. 4 Así que se levantó de la mesa, se quitó el manto, se ató una toalla a la cintura 5 y echó agua en un recipiente. Luego comenzó a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.
6 Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo:
—Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí?
7 Jesús contestó:
—Ahora no entiendes lo que hago, pero algún día lo entenderás.
8 —¡No!—protestó Pedro—. ¡Jamás me lavarás los pies!
—Si no te lavo —respondió Jesús—, no vas a pertenecerme.
9 —¡Entonces, lávame también las manos y la cabeza, Señor, no solo los pies!—exclamó Simón Pedro.
10 Jesús respondió:
—Una persona que se ha bañado bien no necesita lavarse más que los pies[c] para estar completamente limpia. Y ustedes, discípulos, están limpios, aunque no todos.
11 Pues Jesús sabía quién lo iba a traicionar. A eso se refería cuando dijo: «No todos están limpios».
12 Después de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, se sentó y preguntó:
—¿Entienden lo que acabo de hacer? 13 Ustedes me llaman “Maestro” y “Señor” y tienen razón, porque es lo que soy. 14 Y, dado que yo, su Señor y Maestro, les he lavado los pies, ustedes deben lavarse los pies unos a otros. 15 Les di mi ejemplo para que lo sigan. Hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes. 16 Les digo la verdad, los esclavos no son superiores a su amo ni el mensajero es más importante que quien envía el mensaje. 17 Ahora que saben estas cosas, Dios los bendecirá por hacerlas.
Versículos 31-35:
31 En cuanto Judas salió del lugar, Jesús dijo: «Ha llegado el momento para que el Hijo del Hombre[a] entre en su gloria y, por causa de él, Dios será glorificado. 32 Y dado que Dios recibe gloria a causa del Hijo, le dará su propia gloria al Hijo, y lo hará de inmediato. 33 Mis queridos hijos, voy a estar con ustedes solo un poco más de tiempo. Y, como les dije a los líderes judíos, ustedes me buscarán, pero no pueden ir adonde yo voy. 34 Así que ahora les doy un nuevo mandamiento: ámense unos a otros. Tal como yo los he amado, ustedes deben amarse unos a otros. 35 El amor que tengan unos por otros será la prueba ante el mundo de que son mis discípulos».”
En el relato de Juan 13 versículos 1 al 17 y del 31 al 35, se nos presenta un momento transcendental en el ministerio de Jesús. La escena se sitúa durante la última cena, cuando Jesús, consciente de su inminente partida y de la traición de Judas, decide dar un poderoso ejemplo de humildad y amor a sus discípulos al lavarles los pies.
El pasaje comienza con una declaración de la cercanía de la Pascua y la conciencia de Jesús sobre su partida de este mundo para reunirse con el Padre. A pesar de esta realidad, Jesús demuestra un amor inquebrantable hacia sus discípulos, un amor que trasciende fronteras y se manifiesta en un servicio humilde y desinteresado.
El gesto de Jesús al lavar los pies de sus discípulos no solo era un acto de limpieza física, sino un símbolo de humildad y servicio mutuo. Pedro, inicialmente, se muestra renuente a aceptar este acto de humildad por parte de su Maestro, pero Jesús le explica que aquellos que deseen participar en el Reino de los Cielos deben permitir ser servidos y servir a los demás.
Esta enseñanza se enmarca en el contexto más amplio del mandamiento del amor. Jesús, poco antes de su crucifixión, enfatiza la importancia del amor mutuo entre sus discípulos como una señal distintiva de su discipulado. “Este mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros. Así como yo os he amado, también vosotros debéis amaros unos a otros. De este modo todos sabrán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros” (Juan 13:34-35 NVI Castellana).
El concepto de amor y servicio mutuo no es ajeno a las enseñanzas de Jesús. En otras partes de los evangelios, Jesús deja claro que el mayor entre sus seguidores es aquel que sirve a los demás. Esta idea se refuerza en las palabras del apóstol Pablo en Filipenses 2:1-11, donde se presenta a Jesús como el modelo supremo de humildad y servicio, quien, a pesar de su divinidad, se humilló a sí mismo y se hizo siervo por amor a la humanidad:
“1 Por tanto, si sentís algún estímulo en vuestra unión con Cristo, algún consuelo en su amor, algún compañerismo en el Espíritu, algún afecto entrañable, 2 llenadme de alegría teniendo un mismo parecer, un mismo amor, unidos en alma y pensamiento. 3 No hagáis nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad considerad a los demás como superiores a vosotros mismos. 4 Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás.
5 Vuestra actitud debe ser como la de Cristo Jesús,
6 quien, siendo por naturaleza Dios,
no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse.
7 Por el contrario, se rebajó voluntariamente,
tomando la naturaleza de siervo
y haciéndose semejante a los seres humanos.
8 Y, al manifestarse como hombre,
se humilló a sí mismo
y se hizo obediente hasta la muerte,
¡y muerte de cruz!
9 Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo
y le otorgó el nombre
que está sobre todo nombre,
10 para que ante el nombre de Jesús
se doble toda rodilla
en el cielo y en la tierra
y debajo de la tierra,
11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre.” – Filipenses 2:1-11 NVI Castellana.
Por lo tanto, el relato de Juan 13 nos recuerda la importancia fundamental del amor y el servicio mutuo en la vida de los creyentes. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a imitar su ejemplo, mostrando humildad y amor práctico hacia los demás. En un mundo marcado por el egoísmo y la ambición, el testimonio del amor y el servicio mutuo se convierte en una poderosa herramienta para dar testimonio del evangelio y glorificar a Dios.
En conclusión, la Palabra de hoy nos invita a reflexionar sobre el significado profundo del amor y el servicio mutuo seguidores de Jesús. Oramos para que podamos ser fieles imitadores de Cristo, mostrando amor y humildad en todas nuestras relaciones, y así dar testimonio del Reino de los Cielos en medio de un mundo necesitado de esperanza y redención. En este tiempo de Cuaresma debemos recordar el modelo de Jesús y como parte de nuestra devoción a Dios servir a nuestro prójimo en amor.
“Si no estudias teología, esto no querrá decir que no tengas ideas acerca de Dios, sino que tendrás muchas equivocadas.”
– C. S. Lewis
La Teología es el estudio de la divinidad, es un campo de la filosofía y en el caso del cristianismo es el estudio o la ciencia que estudia a Dios. Theo-logos, del griego, significa estudio de Dios. Esto es una forma exageradamente sencilla de explicar la Teología. Pero como se podrán imaginar, estudiar a Dios no es tan sencillo.
En el caso de las Religiones del Libro (judaísmo, cristianismo e islamismo) el estudio de Dios se basa en el Texto Sagrado o Escrituras de cada religión. Obviamente, en el caso del cristianismo este texto es la Biblia. La Biblia para el cristiano es inspirada por Dios y en sus contenidos se revela Dios y su relación con el ser humano, el mundo (la creación) y la ética, entre otros temas.
“16 Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, 17 a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra.” – 2 Timoteo 3:16-17 Nueva Versión Internacional (Castellana).
Dentro de la Teología Cristiana el estudio de las Escrituras contiene muchísimos temas y géneros literarios a través de los cuales podemos conocer a Dios. Esto complica aún más el estudio teológico, Dios no está definido en un capítulo de la Biblia, tampoco muchos de los temas que se relacionan con Él. Estudiarlo por tanto requiere un estudio sistemático de todas las Escrituras en sus respectivos contextos históricos, culturales y literarios.
Me explico, imagina que el tema de la Escatología (estudio del fin de los tiempos o de la vida humana) estuviera en un solo libro de la Biblia. ¿Sería más sencillo estudiarlo? ¡Claro que sí! Pero no es así, la Escatología está distribuida a través de todas las Escrituras y aquel que quiere entenderla tiene que poder extraer y sistematizar todas estas perlas de revelación de tal manera que sea congruente y organizada.
Siendo así, aún los ateos tienen su Teología. Siguiendo la cita de C. S. Lewis, todos tenemos alguna idea sobre Dios, pero sin un estudio adecuado de Teología las ideas que tendremos de Dios serán equivocadas o incongruentes con la revelación de las Escrituras.
Aprender Teología, no es conocer a plenitud a Dios, es aprender a estudiar las Escrituras para conocerlo cada día más.
En este sentido la Teología es una ciencia y un arte. Una ciencia porque tiene una metodología de estudio para encontrar la verdad revelada; un arte, porque debe ser practicado para alcanzar destreza. Como un pianista debe practicar para poder llegar a ser un pianista de concierto, el teólogo debe practicar la metodología para perfeccionar su capacidad de conocer a Dios a través de las Escrituras.
Un Instituto o Seminario Teológico debe ser un ambiente didáctico en el que se aprende a estudiar, más que un lugar que impone qué creer acerca de Dios.
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Abriendo las Escrituras
En nuestra entrega anterior, exploramos la importancia del Ministerio del Maestro en la iglesia contemporánea y cómo su labor es esencial para discernir la verdad y preservar la sana doctrina. Continuando con este tema, nos sumergimos en un pasaje bíblico revelador que destaca el impacto transformador de Jesús como Maestro en la vida de sus discípulos.
“¡Qué torpes sois —les dijo—, y qué tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas! ¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria? Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras… ¿No ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras?” (Lucas 24:25-27, 32b NVI Castellana)
Este pasaje nos transporta al camino de Emaús, donde dos discípulos desilusionados y confundidos regresan a sus hogares después de la crucifixión de Jesús. A pesar de los testimonios de la resurrección, su fe se tambalea y su esperanza se desvanece. Sin embargo, un encuentro con Jesús, en su resurrección, cambia todo.
Jesús, en su papel de Maestro, ilumina las Escrituras para estos discípulos desanimados. Comenzando desde Moisés hasta los profetas, les explica cómo todas las Escrituras apuntan hacia él mismo. En este acto de enseñanza, Jesús revela el verdadero significado de las profecías mesiánicas, restaurando la esperanza y la fe de sus seguidores. Algunas versiones de la Biblia utilizan la frase “abrir las Escrituras“, frase que en el contexto histórico cultural significaba mostrar, hacer entender o iluminar la revelación guardada en las Escrituras.
El efecto de esta enseñanza es palpable. Los corazones de los discípulos arden mientras Jesús les explica las Escrituras. Es un momento de revelación y claridad, donde la verdad se abre paso en medio de la confusión y la desesperación.
Este relato nos muestra la importancia vital del Ministerio del Maestro en la vida de los creyentes. En tiempos de confusión y desaliento, necesitamos maestros que nos guíen hacia una comprensión más profunda de la Palabra de Dios. Es a través de esta enseñanza que encontramos dirección, consuelo y renovación en nuestra fe.
El Desafío de Nuestros Tiempos:
En un mundo donde las interpretaciones erróneas y las falsas doctrinas son abundantes, la necesidad de maestros comprometidos con la verdad es más urgente que nunca. Necesitamos líderes que estén arraigados en las Escrituras y que nos guíen hacia una comprensión sólida y auténtica de la Palabra de Dios.
El Camino de Regreso:
Al igual que los discípulos en el camino de Emaús, muchos de nosotros podemos estar desorientados y desanimados en nuestro viaje espiritual. Sin embargo, un encuentro con Jesús como Maestro puede cambiar todo. Su enseñanza trae luz a nuestras tinieblas y restaura nuestra pasión por la verdad.
En este momento crucial de la historia, la iglesia necesita más que nunca líderes comprometidos con el Ministerio del Maestro. A través de su enseñanza fiel y comprometida, podemos encontrar el camino de regreso a la verdad y renovar nuestra pasión por la obra del ministerio.
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Un Llamado a la Restauración y Reconocimiento
Comenzamos este análisis con una cita fundamental de las Escrituras que nos proporciona una visión clara de los distintos ministerios en la Iglesia, tal como lo expresa Efesios 4:11-14 (Nueva Traducción Viviente):
“11 Ahora bien, Cristo dio los siguientes dones a la iglesia: los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pastores y maestros. 12 Ellos tienen la responsabilidad de preparar al pueblo de Dios para que lleve a cabo la obra de Dios y edifique la iglesia, es decir, el cuerpo de Cristo. 13 Ese proceso continuará hasta que todos alcancemos tal unidad en nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios que seamos maduros en el Señor, es decir, hasta que lleguemos a la plena y completa medida de Cristo.
14 Entonces ya no seremos inmaduros como los niños. No seremos arrastrados de un lado a otro ni empujados por cualquier corriente de nuevas enseñanzas. No nos dejaremos llevar por personas que intenten engañarnos con mentiras tan hábiles que parezcan la verdad.”
Este pasaje nos recuerda que el Ministerio de Maestro, junto con otros dones ministeriales, es esencial para la madurez y el crecimiento continuo del cuerpo de Cristo. Sin embargo, en la actualidad, parece haber una falta de reconocimiento y promoción del Ministerio de Maestro en comparación con otros ministerios en la Iglesia.
La Importancia del Ministerio de Maestro:
El texto de Efesios nos revela que estos ministerios son dados “para la perfección de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:12, RVR1960). El Ministerio de Maestro desempeña un papel crucial en la capacitación y educación del pueblo de Dios, equipándolos para el servicio y el crecimiento espiritual.
Estos ministerios también poseen un propósito preventivo contra las falsas doctrinas, una especie de vacuna contra los engaños doctrinales. El versículo 14 dice: “Así dejaremos de ser como niños que cambian de creencias cada vez que alguien les dice algo diferente o logra astutamente que sus mentiras parezcan verdades.” (Nueva Biblia Viva). El Ministerio del Maestro es especialmente necesario en este carácter preventivo y protector del cuerpo de Cristo.
¿Cómo identificamos las falsas doctrinas si no conocemos la sana doctrina? ¿Qué es una doctrina? Se define doctrina en la RAE como: “Conjunto de ideas u opiniones religiosas, filosóficas, políticas, etc., sustentadas por una persona o grupo.” La palabra doctrina en el griego Koiné es: διδασκαλία (didaskalia). ¡Es el arte de enseñar! ¿A quienes Dios dotó con este don en la iglesia? ¡A los Maestros!
La Necesidad en un Mundo Globalizado:
En la era de las redes sociales y la información instantánea, el Ministerio del Maestro puede parecer eclipsado por estrategias de promoción más visibles. Sin embargo, su importancia no puede subestimarse. La necesidad de una enseñanza sólida y contextualizada es más crucial que nunca en un mundo inundado de información.
En la era de la información, en un mundo lleno de ideologías, enseñanzas , religiones y filosofías diversas que convergen en la palma de la mano de un usuario de internet con un dispositivo móvil, los maestros capacitados son necesarios para defender y enseñar la sana doctrina de Cristo.
Ante esta amalgama de ideas, ¿cómo la iglesia puede sostenerse firme en la doctrina de Jesucristo si no reconoce y valora a aquellos dotados con el don de Dios para enseñar? ¿Por qué estos ministros dotados con el don de διδάσκαλος (didaskalos) no son reconocidos? Me gustaría leer sus comentarios acerca de esto (comente abajo)…
La Restauración y Reconocimiento del Ministerio de Maestro:
Es crucial que reconozcamos y restauremos el valor del Ministerio de Maestro en la Iglesia. Estos líderes tienen el don y la habilidad de enseñar con precisión y claridad la Palabra de Dios, guiando a otros hacia una comprensión más profunda de la fe y fortaleciendo la unidad del cuerpo de Cristo.
El Modelo de Jesús como Maestro:
Finalmente, en nuestra próxima entrega, exploraremos cómo Jesús mismo ejemplifica el Ministerio de Maestro en los Evangelios. Su habilidad para enseñar con autoridad y sabiduría es un modelo inspirador para todos los maestros en la Iglesia.
En Berea Online Institute, nos comprometemos a promover una comprensión más profunda y apreciación del Ministerio de Maestro en la Iglesia. Únete a nosotros en este viaje de restauración y reconocimiento de un don vital para el cuerpo de Cristo.
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